La enfermedad crónica aparece y persiste en una persona porque tiene una predisposición genética a padecerla y porque presenta una dificultad para controlar la inflamación y reparar-regenerar las células dañadas, debido a un desequilibrio micronutricional y un exceso de moléculas tóxicas.


Inflamación descontrolada


La inflamación descontrolada en el organismo es debida a un ataque por moléculas proinflamatorias continuo y prolongado que activan la respuesta inflamatoria.

Este ataque se produce principalmente por la acción de factores externos causales como: alimentación inadecuada, exceso de tóxicos y radiaciones, falta de ejercicio, sueño no reparador y emociones negativas, que producen insuficiencias y desequilibrios de micronutrientes junto a exceso de moléculas proinflamatorias y tóxicas, causantes de inflamación persistente.

Alimentación inadecuada.
La alimentación inadecuada es el principal factor causante de inflamación persistente. El gluten (cereales), los lácteos (leche, postres lácteos) y el exceso de glucosa y fructosa (azúcar, alimentos dulces, productos procesados)… producen en un porcentaje muy elevado de la población, moléculas proinflamatorias que causan inflamación y daño celular.

Las moléculas tóxicas.
Las moléculas tóxicas que nos rodean son otra causa cada vez más importante del descontrol inflamatorio. Especialmente, las sustancias químicas tóxicas que recibe nuestro cuerpo a partir de:

  • alimentos, por los procesados, almacenados y cocinados, los métodos de conservación y aditivos, las condiciones de cultivo y la alimentación de los animales,
  • tabaco, alcohol, drogas y fármacos,
  • productos para el cuidado personal: aseo, tintes, perfumes, protectores solares y cosméticos,
  • amalgamas dentales.
  • contaminantes ambientales atmosféricos, domésticos y laborales.

Las radiaciones.
Estamos inmersos en radiaciones, ondas o partículas proinflamatorias y prooxidantes que son emitidas por: antenas, cableados, wi-fi, móviles, teléfonos inalámbricos, pantallas, iluminaciones, aparatos eléctricos, equipos informáticos y electrónicos, gas radón y puntos geopáticos.

Las dosis de sustancias tóxicas y radiación pueden no ser muy elevadas, pero tienen un origen diverso, son diarias y su efecto es acumulativo.

La falta de ejercicio, el sueño no reparador y los factores estresantes.
Tres factores decisivos más que afectan a secreciones de hormonas (como insulina y leptina) y a determinados genes, incrementando las moléculas proinflamatorias.

Las situaciones estresantes pasadas o presentes en la familia, el trabajo, el grupo o el entorno físico (ruido, espacio reducido…), conducen a actitudes y emociones negativas que aumentan la inflamación en los tejidos.

¿Cómo consigue el organismo evitar que la inflamación se descontrole?
La capacidad antioxidante y antiinflamatoria del organismo es una herramienta propia para luchar contra el exceso de inflamaciónEl descontrol de la inflamación depende, además de los factores externos, de la capacidad de respuesta que tengamos a las agresiones mencionadas, es decir, de la capacidad antioxidante-antiinflamatoria del organismo.

Una capacidad que reside en cada célula, para producir de forma innata sus propios antioxidantes como el glutatión y potentes enzimas, cuando aumenta la oxidación e inflamación en los tejidos.

Sin embargo, esta producción propia de moléculas antioxidantes-antiinflamatorias depende, a su vez, de diversos genes, cuya expresión está muy influida por los factores externos causales mencionados y micronutrientes como las vitaminas activas, los minerales esenciales, los ácidos grasos omega 6 y omega 3 activos y los aminoácidos esenciales y semiesenciales. Microutrientes que son como una “materia prima”, además de poder actuar incrementando la mencionada producción propia de moléculas antioxidantes-antiinflamatorias del organismo.

Un porcentage muy elevado de la población en occidente no dispone de niveles suficientes de micronutrientes activos en sus tejidos para una expresión genética favorable y evitar síntomas y patologías persistentes.


Dificultad para reparar los tejidos


En las enfermedades crónicas las células de los tejidos se dañan y mueren por el exceso de oxidación e inflamación y la incapacidad para eliminar residuos, junto a una capacidad de reparación y regeneración celular más limitada, no permitiendo la recuperación funcional de los órganos afectados.

Todos los tejidos y órganos deben:

  • eliminar los residuos producidos en el interior de las células,
  • eliminar los residuos del entorno celular (medio extracelular) que impiden llegar los nutrientes y el oxígeno a las células,
  • reparar las estructuras celulares dañadas y
  • producir nuevas células que reemplacen a las células muertas (regenerarse). Incluso corazón, cerebro y músculo son capaces de regenerarse.

En las enfermedades crónicas las células de los tejidos se dañan y mueren por:

  • el exceso de oxidación e inflamación y la incapacidad para eliminar residuos.
  • una capacidad de reparación y regeneración celular más limitada, no permitiendo la recuperación funcional de los órganos afectados.

La limpieza de residuos, la formación de nuevas estructuras y células y la conexión entre ellas, se regulan por diferentes genes cuya expresión está también muy influida por los factores externos mencionados, especialmente por la insuficiencia y el desequilibrio de micronutrientes básicos y el exceso de tóxicos.

Así, van deteriorándose dichos órganos y sus funciones correspondientes: cardiacas, cerebrales, respiratorias, digestivas, musculares, articulares, endocrinas, inmunitarias…, apareciendo síntomas, y empeorando la calidad de vida y la evolución de la enfermedad.

La ingesta correcta de micronutrientes básicos y el ejercicio físico son dos factores capaces de estimular fuertemente la reparación de los tejidos, mientras que los tóxicos y las radiaciones la inhiben.


La infección


El equilibrio microbiano, un órgano corporal con intensa actividad metabólica.
Convivimos con miles de millones de virus y bacterias en nuestro hábitat y formando parte de nosotros mismos. Estamos formados por células y microorganimos con sus propios genes (microbiota o microbioma) que conviven e interaccionan en un medio ambiente de agua y tejido de fibras y colágeno (medio extracelular),

Estos microorganismos se encuentran principalmente en piel y mucosas (especialmente del intestino) y algunos no deben establecerse en determinados tejidos. Constituyen un órgano corporal con intensa actividad metabólica, tan vital como puede ser el hígado o el corazón. Los microorganismos forman parte de nosotros mismos y son necesarios para producir micronutrientes y controlar la inflamación, entre otras funciones vitales. Al contrario de lo que ocurre con las moléculas tóxicas y radiaciones que siempre son proinflamatorias.

Si se rompe el equilibrio microbiano, o bien, penetran microbios donde no deben estar, es cuando puede presentarse la infección, que significa lesiones y síntomas pero no necesariamente enfermedad. Infección respiratoria, digestiva, cutánea… que habitualmente se cura gracias al sistema inmunitario o con la ayuda de antibióticos.

Relación entre infección y enfermedad crónica.
En las enfermedades crónicas la colonización de tejidos por agentes infecciosos (virus, bacterias, hongos y parásitos) está presente frecuentemente y dificulta su remisión, a menudo sin provocar signos de infección. Esta colonización asociada puede ocurir en la mayoría de enfermedades, incluidas las neurodegenerativas (Alzheimer, Parkinson, Esclerosis Múltiple…) y el cáncer, favoreciéndose por:

  • las agresiones continuas explicadas (factores externos),
  • junto a unas capacidades inmunitaria, antioxidante-antiinflamatoria y de detoxificación alteradas.

No considero a los agentes infecciosos como un factor externo causal de enfermedades crónicas, sino un elemento desfavorable para el proceso que debe tenerse en cuenta, consecuencia de unas condiciones del organismo inadecuadas ocasionadas por insuficiencia-desequilibrio micronutricional y exceso de moléculas proinflamatorias-tóxicas, a su vez causado por factores externos.

Es poco frecuente que un agente infeccioso sea el responsable de una enfermedad crónica en una persona sin factores externos desfavorables y con una microbiota adecuada, como también lo es que el responsable sea únicamente un riesgo genético. Deben ser gérmenes con un gran potencial patógeno o riesgos genéticos muy elevados.


La raiz de todas las enfermedades crónicas es el exceso de oxidación-inflamación en los tejidos junto con la alteración del sistema de detoxificación-reparación-regeneración de las células y los tejidos, ocasionado por insuficiencia-desequilibrio micronutricional y exceso de moléculas proinflamatorias-tóxicas en ellos.


Cuando las células se dañan, mueren y no pueden ser reparadas ni reemplazadas por el exceso de inflamación y de residuos tóxicos, también hay un fracaso en la producción de células nuevas sanas. El organismo entra en esta dinámica y aparece la enfermedad, que va progresando, incluso con los fármacos admisntrados, por no abordar estos la raiz del problema y ser causa de más toxicidad y deficiencias micronutricionales.

El tipo de trastornos o enfermedad que aparecerá en la persona: hipertensión, diabetes, insuficiencia cardiaca, bronquitis crónica, artrosis, artritis, demencia, depresión, ansiedad, gastritis crónica, colon irritable, artritis, hipotiroidismo, psoriasis, esclerosis múltiple, cáncer…, dependerá de su predisposición genética (riesgo genético), es decir, de las alteraciones genéticas que presente, siendo estas las responsables del órgano o sistema que se afecta.


Sin actuar mediante la alimentación, los micronutrientes, la eliminación de los tóxicos, el ejercicio físico y el control de las emociones, reduciendo la inflamación, no es posible conseguir la remisión de una enfermedad crónica en la persona.

© 2017 Dr. F. Cardona