Extracto del artículo

La quimioterapia tradicional se basa en la toxicidad que destruye a las células que se dividen rápidamente.

La quimioterapia afecta negativamente al microambiente tumoral, pudiendo ser causa de un incremento en el riesgo de metástasis, en ocasiones incluso consiguiendo reducir el tamaño del tumor.

En quimioterapia se da a menudo un sobretratamiento, por el temor a no destruir suficientes células cancerosas y a que el tumor se expanda.

En el cáncer con metástasis la quimioterapia puede conseguir en general un incremento de la supervivencia media de poco tiempo, solo de meses, ocasionando importantes efectos secundarios.

La hormonoterapia para el cáncer se utiliza para tratar tumores hormonodependientes, especialmente de mama y próstata.

Los efectos secundarios de la hormonoterapia son frecuentes.

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La quimioterapia tradicional se basa en la toxicidad que destruye a las células que se dividen rápidamente, dañando a las células cancerosas, pero también a las células normales que se dividen rápidamente como son las células de sistema inmune, las de la médula ósea (plaquetas, glóbulos rojos, leucocitos…), las del tracto gastrointestinal, páncreas y bazo, y las de los folículos pilosos del cabello. Además, puede dañar distintos órganos, como corazón, pulmón, riñón, hígado, sistema nervioso y órganos reproductores, y afecta la microbiota intestinal (“flora intestinal”), de la que depende la mayor parte del sistema inmunitario. Es frecuente que los pacientes tratados padezcan en el futuro lesiones de estos órganos. Son frecuentes las cardiopatías y secuelas como: fatiga, alteraciones de memoria y concentración, y los trastornos en manos y pies debido a neuropatías, entre otros.

La quimioterapia afecta negativamente al microambiente tumoral, pudiendo ser causa de un incremento en el riesgo de metástasis, en ocasiones incluso consiguiendo reducir el tamaño del tumor. Con una quimioterapia a dosis más bajas y más frecuentes puede evitarse esta acción negativa.

En quimioterapia se da a menudo un sobretratamiento, por el temor a no destruir suficientes células cancerosas y a que el tumor se expanda. Los análisis genéticos son cada vez de mayor ayuda para decidir el tratamiento al conocer el tipo de cáncer, así como, su gravedad y riesgo, desde el punto de vista genético. Un cáncer puede ser de elevado riesgo desde un punto de vista clínico, pero ser de bajo riesgo genético, y optarse por no aplicar quimioterapia. Por ejemplo, actualmente ya existe un test genético en personas con cáncer de mama en estadios iniciales que indica la necesidad o no de quimioterapia.

Sin embargo, los riesgos genéticos se averiguan en personas a las que no se aplica medicina micronutricional, que puede modificar la expresión de los genes responsables del cáncer y favorecer una buena evolución de la enfermedad, como se ha explicado en el artículo correspondiente. Sería muy útil realizar seguimientos y estudios en este sentido.

En el cáncer con metástasis la quimioterapia puede conseguir en general un incremento de la supervivencia media de poco tiempo, solo de meses, ocasionando importantes efectos secundarios, afectando a muy diversos órganos y empeorando marcadamente la calidad de vida. Un elevado porcentaje de cánceres presentan resistencia, es decir, que no responden al tratamiento convencional. A menudo responden en un principio, pero reaparece el proceso al cabo de un tiempo. Aunque, como siempre ocurre en medicina, los resultados dependen de la persona, las causas y el tipo de cáncer.

Resulta útil aplicar la sesión de quimioterapia en ayunas, sin desayunar ni tomar complementos, incrementa su eficacia y reduce los efectos secundarios. Los beneficios podrían potenciarse todavía mas aplicando dosis bajas y frecuentes junto a medicina micronutricional que sensibiliza a las células cancerosas, mejorando al mismo tiempo al sistema inmune y a los tejidos y órganos sanos.

La hormonoterapia para el cáncer se utiliza para tratar tumores hormonodependientes, especialmente de mama y próstata, en los que las hormonas estimulan su crecimiento. Consiste en aplicar fármacos que reducen la cantidad o el efecto de los estrógenos en el cáncer de mama hormonodependiente, o la cantidad de testosterona en el caso del cáncer de próstata. Estos fármacos se aplican para disminuir el tumor antes de la cirugía, reducir el riesgo de recaída después de la cirugía y radioterapia, y en la enfermedad diseminada para intentar retrasar su progresión. En este último caso es habitual que se produzca resistencia y el tumor siga creciendo a pesar del tratamiento, aunque actualmente pueden aplicarse nuevos fármacos que revierten esta resistencia. El cáncer de próstata con metástasis se vuelve refractario a la hormonoterapia en pocos años desde el diagnóstico, intentándose entonces controlar con quimioterapia.

Los efectos secundarios de la hormonoterapia son frecuentes, muy variados y tanto físicos como psíquicos, debidos a la falta de hormonas y a la toxicidad de los fármacos, además algunos precisan de la administración conjunta con corticoides. En ocasiones pueden producir alteraciones visuales, hipertensión arterial, tromboembolismo y afectación cardiaca y hepática.