La clave para enfrentarnos con éxito a las epidemias de origen infeccioso esta en corregir los factores de riesgo y mejorar el sistema inmune de las personas. Las infecciones en su fase aguda deben tratarse a menudo mediante antibióticos y otros fármacos. Sin embargo, para prevenirlas, atenuar su intensidad y evitar daño en el organismo, complicaciones y secuelas, solo es posible lograrlo cuando se mejora el sistema inmunitario y se corrigen los factores de riesgo, incluyendo la restitución de los niveles de glutatión (el principal antioxidante celular) y la función mitocondrial en los tejidos afectados. Consiguiendo así, además:

  • mejorar las enfermedades que ya está padeciendo la persona,
  • prevenir patologías a las que tenga una predisposición genética y
  • evitar muchos efectos adversos ocasionados por los fármacos.

Los factores de riesgo mencionados en el artículo anterior se corrigen aplicando medicina micronutricional, que incluya aporte de micronutrientes, alimentación adecuada y reducción de tóxicos y radiaciones, junto a la práctica adecuada de actividad física, sueño reparador y un buen estado psíquico. Las mitocondrias (“motores” de energía de la célula) cuando están dañadas solo es posible mejorarlas mediante micronutrición que incluya: vitaminas B activas, vitamina C, magnesio, coenzima Q10, ácido R-lipoico, NAC y acetil-L-carnitina.

Todos los factores de riesgo se atenúan mediante el método Dr Cardona expuesto en esta web, que aporta el conjunto de nutrientes básicos: vitaminas activas y minerales, factores vitamínicos, ácidos grasos omega 3 y 6 y aminoácidos básicos; reduce las moléculas proinflamatorias y tóxicas (incluido ácido linoleico, fructosa, grasas trans y metales pesados) en el cuerpo y equilibra la microbiota. Mejorando así los niveles de glutatión, la función mitocondrial celular y el sistema inmunitario.

Sin embargo, en función del factor de riesgo puede ser conveniente añadir a los complementos básicos del método, algunos micronutrientes básicos u otros nutrientes, por ser frecuentemente insuficientes sus niveles en tejidos, y lograr así mejores resultados:

  • Si obesidad, especialmente obesidad abdominal, resulta eficaz añadir:  R-lipoico
  • Si glucemias o hemoglobina glicosilada elevadas, resulta eficaz añadir: R-lipoico
  • Si función hepática alterada o esteatosis hepática, resulta eficaz añadir: Rlipoico + NAC + Glicina.
  • Si ferritina elevada, resulta eficaz añadir: Rlipoico + NAC + Glicina.
  • Si exceso de tóxicos, como tabaco, alcohol, contaminantes o metales tóxicos: mercurio, aluminio, cadmio, arsénico…; resulta eficaz añadir: Rlipoico + NAC + Glicina.
  • Si exceso de radiaciones, también resulta eficaz añadir: Rlipoico + NAC + Glicina.
  • Si sueño no reparador, resulta eficaz añadir: Melatonina. Podría ayudar a mejorar al sistema inmune y reducir la “tormenta inflamatoria”. La melatonina reduce el riesgo de infección y mejora la evolución de la COVID-19.
  • Si exceso de actividad física: R-lipoico + NAC + Glicina.
  • Si toma fármacos que dañan las mitocondrias o al sistema inmune, como las estatinas y los  corticoides, el médico debe valorar el substituirlos por otros de menor riesgo.
  • Si enfermedad crónica de cualquier tipo: respiratoria, cardíaca, hepática, renal, digestiva, neurológica, psíquica, inmunodeficiente, autoinmune, cáncer…, o síntomas de sospecha de disfunción mitocondrial (fatiga muscular, déficits cognitivos…),  resulta eficaz añadir: Vit A + Vit C + Vit D + Vit K2 + Zinc + Magnesio + N-Acetil-Carnitina + Glicina + Rlipoico + NAC 
  • Si patología respiratoria: alergia respiratoria, asma, EPOC, fibrosis pulmonar…, resulta eficaz aumentar niveles de glutatión (NAC + Glicina + Vit C + R-lipoico) y añadir: Quercetina,
  • Si vitamina D insuficiente, es necesario siempre analizar sus niveles, y aportar el tipo y la cantidad de Vit. D de acuerdo con los resultados de los controles. Si se administra vit D se crea mayor demanda de Vit K2.
  • Si síntomas que hacen sospechar infección, añadir lo antes posible: Rlipoico + NAC + Glicina + Vit C + Vit A + Quercetina + Zinc + Melatonina; analizar la Vitamina D (calcidiol y calcitriol) y aportar vit D3, o calcidiol, o calcitriol a la dosis adecuada, teniendo en cuenta la vit K2 y el magnesio. Si se administran dosis elevadas de Vit. C, debe incrementarse la producción de glutatión mediante: NAC + Glicina + Vit C + R-lipoico.

Controlar o neutralizar los factores de riesgo antes y durante las infecciones por SARS-CoV-2 o cualquier otro patógeno, mejora la función mitocondrial y el sistema inmunitario y aporta muchos beneficios: 

  • previene infecciones,
  • atenúa los síntomas de la infección,
  • mejora la evolución si se contrae la enfermedad infecciosa,
  • reduce los efectos secundarios de los tratamientos aplicados,
  • evita o atenúa las secuelas que pueden presentarse posteriormente,
  • mejora la calidad de vida tanto física como psíquica,
  • favorece una buena evolución de los factores de riesgo y de las patologías que padece la persona, evita complicaciones, pruebas médicas e ingresos, y ayuda a reducir fármacos.

En mi opinión, de acuerdo con los estudios publicados y mi experiencia clínica, el conjunto micronutricional mas eficaz en las infecciones víricas (incluida la del SARS-CoV-2) en cualquier persona, para prevenir la infección, mejorar la evolución cuando se infecta y evitar las secuelas, consiste en la combinación de: vitaminas (A, D3, C, E, MK-7, B en sus formas activas), minerales (zinc, magnesio, selenio), factores vitamínicos (coenzima Q10, R-lipoico, carnitina), ácidos grasos omega 3 y 6 en forma activa (GLA, EPA, DHA), glicina, N-acetilcisteina (NAC) y quercetina con gluconato de zinc. Añadiendo mayor dosis de vitamina D3 (diariamente, no en bolus cada 15 o 30 días) junto a K2 (MK-7) y magnesio en función de los niveles que presente la persona. Si presenta síntomas sospechosos de COVID, añadir vitamina C liposomada y más NAC, zinc y quercetina. Es la forma más eficaz de mejorar la función mitocondrial de los tejidos afectados, al tiempo que incrementamos sus niveles de glutatión, el antioxidante intracelular mas necesario y alterado en las infecciones y patologías persistentes. Por otra parte, la enzima proteolítica sistémica Natokinasa puede ser muy útil para evitar la coagulopatía que implica la COVID, especialmente en personas con riesgo mas elevado. Todos los médicos deberían conocer esto, y pautarlo a sus pacientes, en lugar de dar solo paracetamol. Quizás entonces el panorama cambiaría.

La única forma eficaz de mejorar la evolución de las personas con síndrome post-COVID o long-COVID es aplicando micronutrición y reducción de tóxicos. En primer lugar aportar los micronutrientes básicos junto a una alimentación adecuada, y a continuación valorar mediante síntomas y análisis los niveles de distintos micronutrientes (vitaminas, minerales, omega 3 y 6…) y tóxicos (grasas trans, metales…). Para poder añadir los nutrientes insuficientes mediante los conjuntos adecuados, y así  lograr las condiciones fisiológicas que permitan iniciar una rehabilitación física con éxito. En mi opinión, los fármacos nunca podrán conseguir mejorar a las personas con long-COVID.

El organismo de una persona necesita del conjunto completo de nutrientes básicos para funcionar correctamente, incluyendo la producción de energía (función mitocondrial), la capacidad antioxidante y antiinflamatoria, el equilibrio de la microbiota, el sistema inmunitario y la función de todos los órganos, completamente interconectados entre sí. Solo que uno de estos micronutrientes activos sea insuficiente, hecho frecuente en todas las edades, el organismo deja de funcionar correctamente y aparecen síntomas y patologías. Y desafortunadamente los médicos no suelen pensar en los micronutrientes, porque no se incluyen en su formación ni en la investigación médica convencional.

Aportar el conjunto micronutricional básico y reducir nutrientes proinflamatorios (como el ácido linoleico y la fructosa), no comporta ningún riesgo, efecto adverso, ni interacción, y puede cambiar favorablemente la evolución del paciente. No perdemos nada y podemos ganar mucho.

Tendría más sentido que en los protocolos de intervención médica, se aplicara micronutrición, antes o al mismo tiempo de aplicar fármacos y otros tratamientos. Así podría corregirse la posible coexistencia de una insuficiencia micronutricional y disfunción mitocondrial causal de base, que el tratamiento médico casi siempre va a acentuar. Se presupone, incluso en pacientes con factores de riesgo y crónicos, que el cuerpo ya dispone de todos los metabolitos nutricionales esenciales; por desconocimiento, porque ya existe suficiente evidencia de que no es así. Es preferible aportar una base de micronutrientes para asegurar unos mínimos niveles en tejidos, ya que no representa ningún riesgo hacerlo.

Se evitarían tratamientos agresivos, efectos adversos, complicaciones y dinero, al mejorar suficientemente a muchos pacientes debido a que el principal problema de base a menudo es un desequilibrio micronutricional junto a un exceso de moléculas tóxicas.

No estoy en contra de la medicina convencional, ni de los fármacos.  Soy un médico de formación convencional (no de medicinas alternativas) y los fármacos son necesarios y los utilizo diariamente. Pero si me preocupa mucho que los médicos no consideren a los micronutrientes como una herramienta terapéutica habitual. Es como si los micronutrientes no existieran, a pesar del acumulo de investigación y de experiencia clínica, de ser la única forma de mejorar los niveles de glutatión y la función mitocondrial, y de la rápida mejoría observada en casi todos los pacientes que se aplican correctos protocolos micronutricionales y de alimentación junto a reducción de moléculas tóxicas. La medicina es solo una: la que funciona con poco riesgo y suficiente evidencia científica por estudios y/o acumulación de experiencia.

No estoy en contra de las vacunas, cuando cumplen los criterios de una vacuna (no los de una terapia génica), y se desarrollan, fabrican y aplican adecuadamente. Son necesarias y han salvado muchas vidas. Tal como está la situación y con un sistema de salud que no considera la micronutrición, no veo otra salida que aplicar vacunas lo antes posible. Es obvio que si la población sigue con sus factores de riesgo y sus desequilibrios micronutricionales, debe vacunarse con lo que disponemos (pero sin cambiar el tipo de “vacuna” en la misma persona), excepto: los niños y adolescentes, las mujeres embarazadas y lactantes, las personas que ya han padecido infección por SARS-CoV-2, las que tienen anticuerpos, las que presentan procesos autoinmunes, las convalecientes de enfermedades y las descompensadas de sus patologías crónicas. En mi opinión, la forma óptima de proceder sería no vacunar a las personas que ya se han infectado, realizar una prueba de anticuerpos IgG si tienen sospechas de haberse infectado y, cuando presentan síntomas recientes, también una PCR. Si ya se han infectado o alguna de estas pruebas da positivo, no vacunar porque ya están protegidas por una inmunidad celular duradera y por el riesgo de producir inflamación (reacción inmunitaria adversa) y daño en los tejidos (corazón, pulmón, cerebro…) donde permanecen antígenos virales después de la infección natural. Las personas que se han infectado por SARS-Co-2 deberían obtener un certificado de inmunidad con mayores beneficios que estar vacunado o tener una PCR negativa.

El principal argumento utilizado para la vacunación masiva de la población es que el riesgo de no vacunar es muy superior al riesgo de vacunar. Y es un argumento razonable, pero todos (incluidos científicos y políticos) deberíamos hacernos algunas preguntas como: ¿Estamos seguros de que al vacunar y revacunar masivamente a la población durante una pandemia el virus no mutará en cepas resistentes a dichas vacunas? ¿El beneficio de vacunar a niños, adolescentes y adultos jóvenes es superior al riesgo que comporta a corto y largo plazo? ¿Si una persona no presenta o tiene bien controlados los factores de riesgo (ver artículo anterior), el riesgo de patologías y muerte a corto y largo plazo por COVID es superior al de la “vacuna” (o diferentes tipos de vacunas) que le administrarán? ¿Tiene sentido utilizar tantos recursos y esfuerzos en vacunas, fármacos, medidas y restricciones, y tan pocos en reducir los factores de riesgo de la población (como la obesidad), que son los mismos implicados en las enfermedades causantes de mas fallecimientos que la COVID? ¿Tiene sentido haber perdido una oportunidad de oro para reducir en la población los principales factores de riesgo de infecciones, cardiopatías y cáncer? Quizás si, pero lo dudo, y como médico preferiría que se corrigieran las causas en las personas, se mejorara su sistema inmune y se consiguiera una inmunidad adquirida de forma natural.

Podría no ser necesaria la vacunación generalizada si:

  • se protegiera con medidas anticontagio adecuadas a las personas con determinados factores de riesgo.
  • se redujeran factores de riesgo en la población como hemos visto.
  • se implementaran los purificadores de aire en lugares públicos.
  • se tuviera en cuenta que virus diferentes pueden inducir inmunidad entre ellos, que el número de personas infectadas por diferentes virus y variantes es cada vez mayor, aumentando la protección de las personas, lo que evita su reinfecci´ón, o bien, se infectan pero con síntomas leves o moderados.
  • se tuviera en cuenta que con el tiempo la agresividad o patogenicidad del virus irá atenuándose (las variantes pueden ser mas contagiosas, pero son mas débiles, menos graves), siempre que los virus vayan mutando de forma natural, no bajo presión de tratamientos y vacunas. Si las bacterias y virus se someten a presión mediante antibióticos o anticuerpos, pero persisten en el entorno, puede facilitarse su mutación a cepas mas virulentas. Cuando la “vacuna” no previene la infección y transmisión (lo que si consiguen las verdaderas vacunas), podría facilitarse una evolución a nuevas variantes.
  • se tuviera en cuenta que este virus no desaparecerá, seguirá entre nosotros, como tantos otros virus. Por mas vacunas y terapias de última generación que apliquemos.

En mi opinión, la micronutrición junto a la reducción de factores de riesgo es mas eficaz que las “vacunas” para evitar enfermar por COVID y contagiar, basándome en el acumulo de experiencia y en los estudios publicados. Por tanto, escoger esta opción no es ser irresponsable e insolidario, como si lo son las personas que no se aplican micronutrición, ni medidas anticontagio, ni vacunas. Además, las personas con inmunidad celular natural están mas protegidas y contagian menos que las vacunadas sin dicha inmunidad. A mi modo de ver hay tres opciones:  micronutrición, vacuna, o vacuna junto a micronutrición. Pero reconozco lo difícil que resulta entender y aceptar la primera opción por las demás personas y organismos, y por la medicina convencional que no considera la micronutrición en sus protocolos. Y admito lo difícil también de esta elección con la presión de familiares, amigos, compañeros de trabajo, empresa, médicos… y los inconvenientes que acarrea. Entonces, si decide vacunarse le aconsejo igualmente un conjunto micronutricional adecuado y reducir factores de riesgo, para mejorar sus mitocondrias, su sistema inmune… Mitigando así los posibles efectos adversos de la vacuna, y reduciendo el riesgo de contraer COVID (los vacunados pueden infectarse) e infecciones por otros virus.

Creo firmemente que la única manera de vencer realmente las epidemias que padecemos: infecciosas, de enfermedades crónicas y de cáncer, es mediante medicina micronutricional y reducción de tóxicos. Los fármacos ayudan a manejar situaciones agudas y las vacunas pueden reducir el número de contagiados por algunas infecciones,  siendo necesarios, pero no solo no actúan sobre los factores causales, sino que los incrementan.

Finalmente, lo que voy a decir sé que es utópico, por diferentes motivos, pero voy a decirlo para hacernos pensar.

Si se pudiera realizar un screening a toda la población de los principales factores de riesgo mencionados con un simple cuestionario y análisis de sangre, podrían conocerse los sujetos más susceptibles a tener una mala evolución con la COVID-19. Estos sujetos serían “personas de riesgo” que deberían seguir unos sencillos protocolos establecidos para:

  • evitar contagiarse y contagiar y
  • reducir los factores de riesgo.

Posteriormente se les practicaría un control para valorar si aún son “personas de riesgo”, y establecer las medidas a seguir de acuerdo con el riesgo y la situación general.

En cuanto a las personas consideradas de “poco riesgo”, a la mayoría se les aportaría un conjunto micronutricional básico que incluya vitaminas D y C y magnesio, y todas ellas seguirían con su vida normal: sin mascarilla, formándose, trabajando, realizando actividades de ocio, cuidando de las “personas de riesgo”, y ayudando a impulsar al país. Muchas se contagiarían por diferentes virus con pocos síntomas, inmunizándose, y así conseguiríamos una inmunidad colectiva natural a largo plazo que evitaría y atenuaría lo rebrotes, al tiempo que va reduciéndose la agresividad del virus, como ha ocurrido con la mayoría de infecciones víricas de la humanidad.

Potenciar los sistemas de purificación del aire en interiores de lugares públicos, geriátricos, centros médicos… Obligando a utilizarlos pero con ayudas públicas tanto al fabricante como al usuario. El beneficio no solo se obtendría de limpiar el aire de virus, bacterias, hongos… sino también de contaminantes.

Actuando de esta forma, no solo se lograría reducir la incidencia, morbilidad y mortalidad de las infecciones de todo tipo (incluida la COVID-19), sino que, al influir en los factores de riesgo, también se reduciría la incidencia, morbilidad y mortalidad de todas las patologías crónicas epidémicas que nos están dañando mucho más que los virus: obesidad, hipertensión, dislipemia, diabetes, cáncer, enfermedades cardíacas, respiratorias, hepáticas, digestivas, renales, reumáticas, neurológicas, psíquicas, alérgicas, inmunodeficientes, autoinmunes… Mejorando la calidad de vida de las personas afectadas, evitando muchos fallecimientos y ahorrando miles de millones en: fármacos, pruebas médicas, ingresos, intervenciones, asistencia social, dependencia, bajas laborales, paro, jubilaciones anticipadas … etc. Millones que en parte podrían destinarse a la investigación médica pública bien dirigida, incluyendo la medicina micronutricional, y a reducir todavía más los factores de riesgo en la población.

¡¡Y esta pandemia habría beneficiado a la salud de la humanidad!!

Veamos lo que opinan algunos profesores expertos en el tema:

La declaración de Great Barrington