El estrés oxidativo causado por especies reactivas de oxígeno (ROS) comunmente llamados radicales libres, es causa de lesiones en células y tejidos provoca diversas afecciones en órganos como cerebro y músculo. El estrés oxidativo aumenta el estado inflamatorio, siendo el estrés oxidativo y la inflamación crónica dos procesos íntimamente relacionados, de tal forma que uno conlleva al otro y viceversa.

El control del estrés oxidativo, ya sea causa o consecuencia, es una estrategia terapéutica básica para todo tipo de patologías crónicas.

Hay muchas formas para controlar el estrés oxidativo como es el consumo adecuado de vegetales, frutas y verduras frescas y si es posible, también ecológicas, ingesta de complementos alimenticios con nutrientes antioxidantes o más recientemente, el uso de agua hidrogenada.

En 2007, el Dr. Ohsawa reportó que el hidrógeno molecular (H2) puede actuar como un antioxidante para prevenir y tratar la lesión de isquemia-reperfusión de la arteria cerebral media y este efecto ha sido respaldado por informes adicionales posteriores. Se han publicado varios estudios sobre el efecto beneficioso del H2 en muchos órganos, incluido el cerebro. El primer efecto beneficioso importante es su actividad antioxidante, puesto que el H2 se combina con el radical hidroxilo para producir agua (H2O). Recientemente se han propuesto otros mecanismos biológicos del H2 como antiinflamatorio, mejor expresión de ADN y del metabolismo energético. Por lo tanto, la biología de H2 no es simple y cada día que pasa se conocen acciones nuevas y complementarias. La acción del H2 es por todo el cuerpo puesto que es una molécula de bajo peso molecular, lo que significa que tiene la capacidad de penetrar dentro de la célula y núcleo y de todas las membranas biológicas, incluyendo la barrera hematoencefálica. Por ello, la gran difusión del H2 permite que pueda ejercer su acción antioxidante en todo tipo de células, incluyendo las del sistema nervioso central.

Existen varias vías de administración y se clasifican aproximadamente en tres tipos: la inhalación del gas, el consumo de agua con H2 disuelto (agua hidrogenada) y la inyección de una solución salina con H2 disuelto. De estas tres vías, la más recomendada por su perfil de seguridad, eficacia y accesibildad es la del consumo de agua hidrogenada (en un modelo animal de enfermedad de Parkinson, ingerir agua hidrogenada fue más eficaz que inhalar hidrógeno) y en el mercado existen varias empresas con aparatos, con un amplio rango de características y precios, que producen agua hidrogenada (Hidrolux…).

Recientes estudios indican que el H2 puede ser un coadyuvante en el cáncer como agente preventivo o en terapia combinada con fármacos. El consumo de agua hidrogenada podría atenuar los efectos secundarios de los quimioterápicos (disminuyendo el estrés oxidativo) y de la radioterapia, protegiendo a las células sanas. Además parece inducir la apoptosis de las células cancerosas y retrasar el crecimiento de algunos tumores.

Aunque se han sugerido todas estas acciones prometedoras, el mecanismo o mecanismos, y la eficiencia por la cual el hidrógeno inhibe las células cancerosas aún no se ha establecido. Aún faltan más estudios que puedan detallar el mecasnimo de acción y confirmar estas acciones.

Conocer el estrés oxidativo es clave en medicina clínica, pero hasta ahora resultaba muy difícil, por la complejidad de cuantificar los radicales libres.

La prueba d-ROM permite medir el estrés oxidativo por primera vez en medicina clínica práctica.

La prueba d-ROM (Metabolitos de Oxígeno Reactivos) mide los hidroperóxidos (ROOH) en plasma, cuantificando el estado de oxidación de la sangre en términos de U. Carr (Unidad Carratelli). Esta prueba mide el estado entre la producción de radicales y la defensa antioxidante del organismo.

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