Probióticos básicos

Probióticos y Microbioma

¿Qué son?

Los probióticos son microorganismos vivos que se adhieren al epitelio intestinal y colonizan el tubo digestivo beneficiando al organismo.

Los probióticos más conocidos, estudiados y utilizados son las especies de bacterias pertenecientes a los géneros Lactobacillus (L.) y Bifidobacterium (B.) como: L. Salivarius, L. acidophilus, L. plantarum, L. bulgaricus, L. rhamnosus, L. sporogenes, L. casei, L. brevis, L. lactis, B. lactis, B. bifidum, B brevis y B longum, entre otros.

Saccharomyces Boulardii no es una bacteria sino una levadura (hongo), microorganismo vivo que modifica y mejora la composición de los microorganismos intestinales y es beneficiosa para el organismo, considerándose probiótica. Crece a temperaturas altas como las del tubo digestivo, es resistente a los ácidos del estómago y es tolerante a los ácidos biliares.

Saccharomyces Boulardii liofilizada se mantiene viva y estable, recorre el tubo digestivo y a partir del tercer día de su administración se consigue una concentración estable, eliminándose a las 48 horas de cesar su ingesta. Inhibe bacterias y hongos patógenos y toxinas, mejora la absorción de nutrientes, estimula el sistema inmune y reduce el exceso de inflamación de la mucosa intestinal, ayudando a restaurarla y mantener su integridad.

Fibras prebióticas
Las fibras prebióticas son la parte de los alimentos no digerible que alimenta a las bacterias beneficiosas del intestino, estimulando su crecimiento y actividad y mejorando selectivamente la composición bacteriana intestinal. No son absorbidas en el intestino delgado, reducen la absorción de calorías, aumentan los ácidos grasos de cadena corta (propiónico, butírico, acético…) y mejoran la absorción de nutrientes básicos como el calcio y magnesio.
Estas fibras son la inulina, los fructooligosacáridos (FOS), los galactooligosacáridos (GOS), las pectinas… y se encuentran en los vegetales crudos, especialmente en: achicoria, remolacha, zanahoria, puerro, alcachofa, espárragos, ajo y cebolla.

Nucleótidos
Los nucleótidos son nutrientes “especiales” que se encuentran en los alimentos y pueden sintetizarse en el organismo.
Los nucleótidos ayudan a mantener la estructura y función de la mucosa intestinal, especialmente cuando está dañada, favoreciendo su reparación.
Los nucleótidos también influyen en el microbioma intestinal, favoreciendo el crecimiento de bacterias beneficiosas (bifidobacterias) y disminuyendo el de perjudiciales.
Los nucleótidos se encuentran en las legumbres (especialmente en alubias, frijol, lenteja y guisante), hongos, champiñón crudo, semillas… entre otros muchos alimentos.

Microbioma

El microbioma es el conjunto de microorganismos (microbiota) y sus genes que colonizan normalmente en diversos tejidos como los de: piel, fosas nasales, boca, faringe, vagina, uretra y, en mucha mayor cantidad e importancia, los intestinos. Está constituido principalmente por bacterias (superan en número a las células del cuerpo), y también por virus, hongos (levaduras) y protozoos. El microbioma es una parte de nosotros, estamos formados por células y microorganimos con sus propios genes que conviven e interaccionan en un medio ambiente de agua y tejido de fibras y colágeno (medio extracelular),

Microbioma intestinal o microbiota intestinal o “flora intestinal”, puede considerarse un “órgano metabólico” que se adquiere y establece en la infancia por colonización bacteriana, y a lo largo de la vida está influido por la alimentación con sus fibras, los edulcorantes, los tóxicos, los antibióticos y otros fármacos administrados, el ejercicio, el sueño y el estrés. El microbioma intestinal puede modificarse actuando sobre estos factores junto con el aporte adecuado de probióticos, levaduras probióticas, fibras prebióticas, vegetales fermentados y nucleótidos. Sus funciones se relacionan con la nutrición, la inmunidad y la inflamación.

Mejorando el microbioma de las personas con patologías crónicas se les ayuda a:

  • Evitar la colonización de microorganismos patógenos, ayudando a mantener el equilibrio entre los microorganismos patogénicos y no patogénicos.
  • Inhibir las bacterias patógenas y sus toxinas, incluido el Helicobacter Pylori.
  • Inhibir los hongos patógenos, incluida la Cándida albicans.
  • Reducir la producción de toxinas en la sangre.
  • Mejorar la inmunidad del organismo, estimulando el sistema inmunitario de forma no inflamatoria. Un porcentaje muy elevado de células intestinales pertenecen al sistema inmunitario, y dependen de los microorganismos del tubo digestivo.
  • Mejorar la síntesis de neuroquímicos a nivel del tubo digestivo y del cerebro, influyendo en el comportamiento y estado de ánimo.
  • Mejorar la inflamación sistémica.
  • El descenso de la inflamación intestinal y gástrica (gastritis) y a mejorar la permeabilidad o integridad de la mucosa del tubo digestivo.
  • Mejorar la inflamación y regeneración de las células del aparato respiratorio.
  • Reducir las infecciones de boca, garganta y vías aéreas superiores.
  • Mejorar los movimientos del intestino.
  • El descenso de la sensibilización alérgica. Degradar los antígenos de la alimentación.
  • Reducir infecciones, alergias e inflamaciones intestinales, cutáneas y respiratorias.
  • Obtener micronutrientes básicos como vitaminas B, vitamina K y aminoácidos, sintetizados por las bacterias.
  • Aumentar la producción de los ácidos grasos de cadena corta (AGCC): butirato, acetato, propionato…, metabolitos producidos por la flora del colon y fundamentales para la absorción de nutrientes y para el crecimiento y reparación de las células epiteliales del intestino.
  • Mejorar la absorción de los micronutrientes básicos.
  • Producir y activar las enzimas digestivas, como la amilasa, lactasa, sucrasa y maltasa.
  • Mejorar el balance energético influyendo en la secreción de hormonas que lo controlan y en el metabolismo de carbohidratos y grasas.
  • Mejorar los niveles de azúcar de la sangre.
  • Mejorar la expresión genética.

Obesidad y flora intestinal

Las personas con exceso de grasa abdominal asociada a hipertensión, diabetes, dislipemia, hígado graso, síntomas digestivos…, presentan una alteración del microbioma intestinal con una menor diversidad de bacterias y menor cantidad de las beneficiosas. Y corregir dicha alteración facilita su tratamiento tanto del exceso de grasa como de las patologías asociadas.

El microbioma intestinal tiene un papel fundamental en el organismo para la regulación de la inflamación, del sistema inmunitario y del metabolismo.