Alteraciones bioquímicas, microbiológicas y genéticas causales

Las alteraciones bioquímicas y microbiológicas causales considero que son las alteraciones en los niveles de moléculas y microorganismos más implicadas en el exceso de oxidación-inflamación en el organismo que conducirá a la manifestación y persistencia de las patologías crónicas, estrechamente relacionadas con los factores externos causales y las alteraciones genéticas causales. Dichas alteraciones bioquímicas y microbiológicas causales son las siguientes:

  • Insuficientes o excesivos niveles de nutrientes básicos en sangre o tejidos: vitaminas (retinol, vit. D, alfatocoferol, vit. K1 y K2, vit. C y grupo B), vitaminas en formas activas (calcidiol, piridoxal-5-fosfato, metilcobalamina, dibencozida, L-metilfolafo…), minerales esenciales (calcio, magnesio, potasio, fósforo, cloro, sodio, azufre, hierro, zinc, cobre, selenio, cromo, manganeso, molibdeno, flúor, boro, yodo y silicio), colina, inositol, ubiquinona (coenzima Q10), ácido R-lipoico (ácido alfa lipoico), ácidos grasos omega 3 ALA, ETA, EPA y DHA, ácidos grasos omega 6 LA, GLA, DGLA y AA, y aminoácidos esenciales y semiesenciales (leucina, valina, isoleucina, lisina, fenilalanina, treonina, metionina, triptófano, histidina, cisteína, tirosina, arginina, glutamina, glicina y prolina).
  • Insuficientes o excesivos niveles de otros nutrientes en sangre o tejidos: gliconutrientes (glucosa, fructosa, galactosa, manosa, ribosa, desoxirribosa, fucosa, N-acetilglucosamina, N-acetilgalactosamina, N-acetilneuramínico…), ácidos grasos saturados de cadena larga (palmítico, mirístico, esteárico…), ácidos grasos saturados de cadena media (láurico, caprílico, caprico…), ácidos grasos saturados de cadena corta (ácido butírico…), ácidos grasos trans “buenos” (ácido linoleico conjugado, ácido linolénico conjugado), aminoácidos no esenciales (alanina, ácido aspártico, asparragina, ácido glutámico, serina…), carnitina, taurina, nucleótidos (citidina monofosfato, uridina monofosfato…), anandamida, palmitoiletanolamida (PEA), pirroloquinolina quinona (PQQ)…, entre muchos otros.
  • Insuficientes niveles de fitoquímicos en sangre o tejidos, grupos de moléculas biológicamente activas de los vegetales que no son nutrientes: carotenoides (betacaroteno, luteína, licopeno, zeaxantina…), isoflavonas, bioflavonoides (quercetina, resveratrol, curcumina, silimarina…), fitoesteroles…
  • Falta de enzimas digestivas, producidas por el sistema digestivo y aportadas por los alimentos: proteasas, lipasas, amilasas, celulasa, lactasa, maltasa, fitasa, sacarasa, diaminooxidasa (DAO), bromelina, papaína, actinidain… Esta insuficiencia puede conducir al agotamiento de la producción de enzimas metabólicas intracelulares en el organismo.
  • Falta de fibras prebióticas: fructooligosacáridos (FOS), galactooligosacáridos (GOS), pectinas…
  • Alteraciones de la microbiota intestinal: alteraciones en la composición bacteriana del intestino (“flora intestinal”): colonias de billones de bacterias (Bacteroidetes, Firmicutes…), y en la composición de virus, hongos y protozoos.
  • Alteraciones de la microbiota de la piel, las mucosas y otros tejidos: fosas nasales, boca, faringe, tubo digestivo, vagina, uretra…
  • Exceso de moléculas tóxicas en sangre y tejidos, provenientes de: tabaco, alcohol, drogas, manipulación de los alimentos (procesados, almacenados…) incluida su cocción,  ácidos grasos trans “malos”, contaminantes alimentarios, contaminantes de productos para el cuidado personal (jabones, desodorantes, lociones, tintes, perfumes, protectores solares, cosméticos…), contaminantes ambientales (atmosféricos, domésticos, laborales…), algunos aditivos (aspartamo, benzoatos, nitratos, nitritos, sulfitos, BHA, BHT, glutamato, colorantes sintéticos…), algunos fármacos, amalgamas dentales… Efecto combinado de estas moléculas tóxicas.
  • Exceso de radiaciones, provenientes de: antenas, cableados, wi-fi, móviles, teléfonos inalámbricos, medidores digitales de gas y de electricidad, pantallas, iluminaciones, aparatos eléctricos, equipos informáticos y electrónicos, aparatos médicos, gas radón, puntos geopáticos…

Alteraciones bioquímicas y microbiológicas interrelacionadas entre sí, que favorecen a menudo la colonización de tejidos por agentes infecciosos: virus, bacterias, hongos y parásitos, que no deberían estar. Microorganismos que pueden afectar a cualquier órgano y asociarse a todo tipo de patologías persistentes, incluidas las psíquicas, las neurodegenerativas (Alzheimer, Parkinson, Esclerosis Multiple…) y el cáncer, sin dar los signos clásicos de infección.

Dichas alteraciones bioquímicas y microbiológicas son decisivas en la aparición de la principal alteración bioquímica que conducirá a la enfermedad: el exceso de oxidación-inflamación general en el organimo. 

La elevada producción de moléculas inestables llamadas radicales libres y la insuficiente capacidad antioxidante del organismo para neutralizarlas, debido a las alteraciones mencionadas, daña a las principales moléculas bioquímicas del cuerpo (ácidos grasos, lípidos, glucósidos, aminoácidos, proteínas, nucleótidos, ADN…), dañando así a sus células y tejidos. Es el estrés oxidativo, o exceso de oxidación con daño oxidativo.

El estrés oxidativo aumenta el estado inflamatorio, siendo el estrres oxidativo y la inflamación crónica dos procesos intimamente relacionados, de tal forma que uno conlleva al otro y viceversa. Y el exceso de oxidación e inflamación persistente general en una persona, conduce al daño oxidativo-inflamatorio en sus órganos predispuestos (músculos, piel, articulaciones, nervios, vasos sanguíneos, corazón, pulmón, higado, intestino, cerebro..), alterando su estructura y función y manifestándose el proceso o enfermedad, con su nombre correspondiente.

Todas las alteraciones bioquímicas explicadas están influidas por los factores externos causales (aportes nutricionales inadecuados, exceso de tóxicos y radiaciones, falta de actividad física, sueño no reparador, factores estresantes y emociones negativas), pero también están influidas por las alteraciones genéticas causales.

ALTERACIONES GENÉTICAS CAUSALES

Las alteraciones genéticas causales considero que son las alteraciones de los genes más implicadas en patologías crónicas comunes, como son las responsables de las siguientes predisposiciones genéticas:

  • Tendencia genética al exceso de oxidación e inflamación general en el organismo, o predisposición al exceso de oxidación-inflamación persistentes.
  • Tendencia genética al exceso de moléculas tóxicas, o predisposición a no eliminar correctamente las moléculas tóxicas que se reciben o producen.
  • Tendencia genética a trastornos y enfermedades específicas comunes, o predisposición a: obesidad, hipertensión, dislipemia, diabetes, cardiopatías, broncopatías, enteropatías, artropatías, neuropatías, depresión, demencia, infecciones, alergias, enfermedad degenerativa, enfermedad autoinmune, cáncer…
  • Falta de protección genética para preservar las capacidades cognitivas y para evitar las enfermedades crónicas.

Tendencias o predisposiciones genéticas frecuentes e interrelacionadas, cuya manifestación está influida por las alteraciones bioquímicas y microbiológicas causales y los factores externos causales.

Cuando se manifiestan, provocando alteraciones estructurales y funcionales en los órganos, incluida su inflamación local (enfermedades persistentes), van asociadas habitualmente a un desequilibrio micronutricional y de la microbiota, una deficiente energía celular y un exceso de oxidación-inflamación general, con falta de micronutrientes básicos y exceso de moléculas tóxicas y proinflamatorias, acentuado a menudo por:

  • Alteraciones genéticas que aumentan el riesgo de niveles insuficientes de micronutrientes básicos. Alteraciones genéticas muy frecuentes que reducen la absorción, afectan el transporte, aceleran el metabolismo o dificultan la conversión en formas activas, afectando los niveles de micronutrientes básicos como las vitaminas A, D, C, B2, B6, B12, folatos y los ácidos grasos básicos omega 6 y omega 3. Así puede ocurrir que personas con ingestas teóricamente adecuadas de estos micronutrientes, tengan niveles bajos en plasma o tejidos.
  • Sensibilidades o intolerancias alimentarias de base genética, que inflaman el intestino y alteran su permeabilidad, con lo que puede aumentar el paso de moléculas tóxicas y afectar la absorción de micronutrientes. Las sensibilidades-intolerancias alimentarias más conocidas son las de gluten, lactosa, fructosa, sorbitol, histamina… leche, trigo… y diversos aditivos comunes. Son muy frecuentes en todas las edades, y se relacionan con patologías que van desde trastornos digestivos, cutáneos y respiratorios hasta enfermedades reumáticas, psíquicas, neurológicas y autoinmunes, incluidas la depresión, la fibromialgia y la fatiga crónica.

Otro tipo de alteraciones genéticas son las responsables de enfermedades genéticas específicas bien determinadas como: fibrosis quística, fenilcetonuria, hemocromatosis, hemofilia, talasemia, síndrome de X frágil… Afortunadamente afectan a un porcentaje pequeño de la población y su “puesta en marcha” no depende de los factores externos, aunque actuando sobre ellos pueden paliarse síntomas y mejorar la evolución clínica.

Resumiendo, la enfermedad aparece y persiste debido a:

  1. alteraciones genéticas + factores externos.
  2. alteraciones bioquímicas y microbiológicas con exceso de oxidación-inflamación general. 
  3. alteración de la estructura y función de órganos específicos con inflamación local – enfermedad persistente.