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MEDICIÓN DEL ESTRÉS OXIDATIVO Y ENFERMEDAD CRÓNICA

El estrés oxidativo consiste en un exceso de moléculas llamadas radicales que ocasiona daño oxidativo en células y tejidos, debido a su excesiva producción e insuficiente eliminación por los antioxidantes.

El oxígeno es necesario para la vida y se utiliza en nuestro cuerpo para producir energía entre otras funciones. Es la normal oxidación, en la que se generan moléculas inestables llamadas radicales. Los radicales son necesarios, pero en exceso atacan a casi todas las moléculas bioquímicas del cuerpo (ácidos grasos, lípidos, glucósidos, aminoácidos, proteínas, nucleótidos, ADN…), causando cambios estructurales y funcionales en ellos, siendo los lípidos de las membranas celulares y las lipoproteínas objetivos prominentes de oxidación. En dicho ataque oxidativo se producen productos llamados hidroperóxidos (ROOH), que pueden convertirse en moléculas inofensivas (ROH) si los antioxidantes del organismo son suficientes, o persistir y amplificar el daño oxidativo en células y tejidos cuando estos antioxidantes son insuficientes. Los hidroperóxidos son los metabolitos producidos cuando se oxidan las moléculas que constituyen el cuerpo, son la evidencia del daño oxidativo, y son tanto más elevados cuanto más severo es el daño oxidativo sufrido.

Llamamos capacidad antioxidante la capacidad del organismo, medida en sangre, para reaccionar con los radicales e hidroperóxidos y eliminarlos.

Llamamos estrés oxidativo al desequilibrio persistente entre los radicales producidos y los eliminados en el cuerpo, causando un exceso de radicales e hidroperóxidos y un daño oxidativo, no evitados por la capacidad antioxidante del organismo.

El estrés oxidativo aumenta el estado inflamatorio, siendo el estrés oxidativo y la inflamación crónica dos procesos íntimamente relacionados, de tal forma que uno conlleva al otro y viceversa.

El estrés oxidativo y la inflamación crónica aceleran el envejecimiento y son el detonante para la aparición de enfermedades que la persona está predispuesta genéticamente: diabetes, insuficiencia coronaria, asma, EPOC, ictus, artritis, dermatitis, ansiedad, depresión, enfermedad neurológica, enfermedad autoinmune, cáncer, enfermedad rara… etc.

Por tanto, conocer el estrés oxidativo es clave en medicina clínica, pero hasta ahora resultaba muy difícil, por la complejidad de medir los radicales (los causantes de estrés oxidativo) debido a su vida media muy corta y a no acumularse a niveles suficientemente altos para ser medidos.

La prueba d-ROM permite medir el estrés oxidativo por primera vez en medicina clínica práctica.  

La prueba d-ROM (Metabolitos de Oxígeno Reactivos) mide los hidroperóxidos (ROOH) en plasma, cuantificando el estado de oxidación de la sangre en términos de U. Carr (Unidad Carratelli). La prueba se basa en que la cantidad de hidroperóxidos en el suero está relacionada con los radicales a partir de los cuales se forman. Esta prueba es una medida del estado entre la producción de radicales y la defensa antioxidante o capacidad antioxidante del organismo. Un valor elevado en la prueba puede indicar tanto un incremento en la producción de radicales dañinos como una disminución en las defensas antioxidantes, o la coincidencia de ambas alteraciones.

El rango normal está entre 250 y 300 unidades Carr (U. Carr). Los valores superiores a 300 U. Carr son indicativos de estrés oxidativo, o alteración en el equilibrio necesario entre la actividad prooxidante y la capacidad antioxidante de la persona. En muchas patologías, cuanto más alto el valor peor pronóstico. Cuanto más estrés oxidativo e inflamación general y en focos peor pronóstico de la enfermedad, aunque como siempre en medicina deben tenerse en cuanta otras muchas variables y el contexto clínico.

La técnica en que se basa la prueba d-ROM es simple.

El nombre d-ROM significa “derivados” de los “ROM” o los “Metabolitos de Oxígeno Reactivos” (Metabolitos Reactivos de Oxígeno), la clase a la que pertenecen los hidroperóxidos, pero “d” es también el productor inicial Diacron.

La prueba d-ROM es una prueba espectrofotométrica que mide la “capacidad oxidante” de una muestra de plasma con respecto a una sustancia específica (amina aromática modificada) utilizada como indicador (cromógeno). El suceso se asocia con el cambio de color gradual y progresivo hacia el rosa de la mezcla de reacción (plasma + cromógeno), inicialmente incoloro. El cambio de color es medido por un dispositivo (fotómetro) que convierte en un número la capacidad de oxidación así determinada. La concentración de hidroperóxidos se correlaciona directamente con la intensidad del color detectado, expresándose en unidades de concentración que son fáciles de usar en la práctica clínica. Estas unidades están indicadas como U Carr del apellido del inventor Mauro Carratelli, donde 1 U. Carr equivale a 0.08 mg H2O2 / dL. Se usa plasma o suero en lugar de sangre entera, no estando influenciado por el hematocrito que causa valores alterados.

Después de un análisis cuidadoso de la literatura científica disponible y de la experiencia clínica de los últimos 15 años, se considera que la prueba d-ROM debería ser utilizada por los médicos para ayudarles a diseñar pautas terapéuticas que mejoren la calidad de vida y evolución de sus pacientes.

d-ROM es la única prueba validada para una evaluación fiable y rápida del estrés oxidativo en clínica:

  • ha sido validada por ESR (Electron Spin Resonance, el estándar de oro para el estudio de radicales), en el CNR (Consejo de Investigación Nacional de Italia), considerándolo un método confiable que puede determinar de manera efectiva la cantidad de hidroperóxidos que circulan en la sangre. Cientos de investigadores han verificado posteriormente la validez de la prueba d-ROM.
  • tiene un excelente rendimiento analítico, en términos de precisión, sensibilidad, especificidad y repetibilidad;
  • indica resultados en unidades específicas y originales, unidades Carr, universalmente reconocidas por la comunidad científica internacional y aceptadas por los médicos por ser muy practicas;
  • tiene una base científica muy sólida, documentada por unos 700 artículos, muchos de los cuales son revistas revisadas por pares;
  • se utiliza en más de 50 países de todo el mundo, en importantes centros médicos y académicos (en Italia también se utiliza en las Universidades de Milán, Siena, Roma, Nápoles, Catania., en el Instituto de Salud, el National Comité de Investigación, etc.);
  • ha sido evaluada por la comunidad científica internacional, hasta el punto de ser incluido en la prestigiosa revista Circulation como uno de los marcadores emergentes de un evento aterotrombótico inicial y haber sido elegido como prueba de referencia por la Unión Internacional de Angiología;
  • se utiliza actualmente en la práctica clínica en muchos centros de salud, incluidos los hospitales, tanto en Italia como en muchos otros países, aunque en España aún está poco utilizada;
  • es muy útil para el control de enfermedades y para tomar decisiones terapéuticas. Un estudio reciente realizado por el Comité Nacional de Investigación en Pisa demostró inequívocamente que los pacientes con valores altos de la prueba d-ROM, monitoreados durante 2 años consecutivos, tenían una mayor tasa de morbilidad y mortalidad cardiovascular con respecto a aquellos cuyos valores de prueba eran normales. La prueba d-ROM es un indicador predictivo importante en el tratamiento del virus de la hepatitis C. La prueba d-ROM también ha demostrado ser muy útil en el control de enfermedades metabólicas (dislipidemia, obesidad, diabetes, menopausia, hiper e hipotiroidismo), envejecimiento, enfermedades pulmonares, diálisis, enfermedades inflamatorias, enfermedades infecciosas, periodontitis, en oncología, medicina deportiva, medicina ocupacional, andrología, etc.

La prueba PAT permite medir la capacidad antioxidante del plasma lo que resulta muy útil en combinación con la medición del estrés oxidativo por la prueba d-ROM.

La prueba PAT (Potencial Antioxidante sistémico o del plasma), mide el componente antioxidante global del plasma sanguíneo, para defenderse de la agresión de los radicales. Es una medida confiable de la actividad antioxidante de los compuestos del plasma, muy útil para monitorizar la eficacia de fármacos, antioxidantes y otras terapias.

Si los valores son inferiores a 2000 U.Cor, pueden producirse daños oxidativos en las células y los tejidos. La prueba es muy sensible a los cambios.

La técnica en que se basa la prueba PAT es simple.

Esta prueba determina esencialmente la concentración de antioxidantes solubles en agua en la sangre, que pueden reducir los iones férricos a iones ferrosos. La prueba PAT no ha sido diseñada para proporcionar información sobre la concentración de un antioxidante individual, ya que sería de muy poco valor clínico, sino que más bien determina la reserva total de antioxidantes en el plasma sanguíneo.

El grado de oxidación-inflamación y los valores d-ROM pueden elevarse debido a predisposición genética, factores externos causales y/o enfermedades:

Combinaciones de genes que predisponen al exceso de oxidación e inflamación, o a la dificultad para eliminar tóxicos.

Factores externos causales, como son:

  • alimentación inadecuada, por exceso de calorías, azúcares, grasas, proteínas, moléculas tóxicas…
  • micronutrientes insuficientes o desequilibrados en el organismo: vitaminas activas, minerales, coenzima Q10, ácido lipoico, omega 3 y omega 6, aminoácidos, gliconutrientes…
  • contaminantes ingeridos, inhalados y por contacto, como son las moléculas tóxicas provenientes de: los alimentos (contaminantes, aditivos, procesado, almacenado, cocinado…), los cosméticos y productos del cuidado personal (desodorantes, cremas, protectores solares…), la contaminación ambiental y laboral, el mercurio de las amalgamas dentales…
  • exceso de radiaciones solares.
  • tabaco, alcohol, drogas, algunos fármacos, tratamientos agresivos como intervenciones quirúrgicas, quimioterapia, radioterapia, diálisis…
  • actividad física inadecuada, por falta de ejercicio o por exceso de ejercicio.
  • exceso de radiaciones ambientales. 
  • alteraciones del estado psíquico como el estrés y la ansiedad.

Patologías crónicas que implican un exceso de oxidación e inflamación en el organismo, como son: obesidad, hipertensión arterial, dislipemia (colesterol, triglicéridos…), hiperhomocisteinemia, diabetes, hiper e hipotiroidismo, enfermedades cardiovasculares, pulmonares, digestivas, hepáticas, renales, reumáticas, cutáneas, vasculares, oculares, del oído, neurodegenerativas, psíquicas, infecciosas, autoinmunes, oncológicas (cáncer)…, etc.

Los valores d-ROM y PAT se evalúan junto con otros parámetros analíticos, síntomas y patologías asociadas, siendo el contexto clínico el que indicará su importancia y las pautas terapéuticas a seguir.

Los valores normales de cada persona son distintos dentro de un rango, y es el médico quien debe determinar estos valores basales personales, y también el diagnóstico etiológico del exceso de oxidación e inflamación.

La prueba d-ROM es la óptima para monitorizar el estado oxidativo de una persona y la respuesta a distintas terapias, incluidas los complementos con micronutrientes y antioxidantes, la alimentación, la reducción de tóxicos, el ejercicio físico y el control del estrés psíquico.

Las pruebas d-ROM y PAT son esenciales para decidir la pauta de complementos con micronutrientes antioxidantes-antiinflamatorios:

  • La necesidad de aportarlos. Cuanto más altos los valores de d-ROM y mas bajos los de PAT, más necesario es el aporte de antioxidantes. Los síntomas y otros parámetros analíticos no se correlacionan con el grado de oxidación e inflamación del cuerpo, mientras que si lo hace la prueba d-ROM. Tampoco la actividad antioxidante del plasma puede evaluarse mediante otros parámetros clínicos, en clínica solo puede medirse directamente mediante d-ROM y PAT.
  • La combinación y cantidad a aportar. Cada persona necesita una combinación y cantidad distinta de antioxidantes, debido a que metabolizan de forma distinta los antioxidantes de los alimentos y complementos. Desde personas que los absorben o metabolizan deficientemente y requieren cantidades muy elevadas, hasta personas en que las cantidades habituales pueden actuar como pro-oxidantes. Por tanto, la combinación y cantidad de antioxidantes a aportar no es predecible, solo puede conocerse mediante la monitorización de d-ROM y PAT junto con otros parámetros clínicos.

Los análisis en sangre de la mayoría de micronutrientes antioxidantes son poco útiles en la práctica clínica.

Los análisis de niveles en sangre de la mayoría de antioxidantes específicos: vitaminas, minerales, aminoácidos…, son imprecisos, no reflejan su nivel en tejidos, son caros y difíciles de monitorizar, además de ser poco útiles en la práctica porque no permiten conocer si dichos antioxidantes mejoran la capacidad antioxidante del organismo y evitan o reducen el estrés oxidativo. Puede ocurrir incluso que estemos administrando vitaminas, fitoquímicos, extractos de plantas, hongos… con el fin de prevenir o tratar patologías, y resulta que el estrés oxidativo y el daño persisten, o incluso que está incrementándose debido a un exceso y una acción prooxidante o de interferencia con otros tratamientos aplicados.

Los síntomas y parámetros habituales de una patología pueden estar controlados con el tratamiento médico pero no estarlo el estrés oxidativo, siendo este la causa bioquímica principal de complicaciones inesperadas y una mala evolución.

Ejemplos. Una persona con hipertensión o diabetes, con la presión o el azúcar bien controlados con el tratamiento médico, pero con un elevado estrés oxidativo y/o baja capacidad antioxidante, que es causa de complicaciones inesperadas como un infarto cardiaco, una insuficiencia cardiaca, una degeneración macular o una neuropatía. Otro ejemplo sería el de una persona con enfermedad autoinmune o cáncer, bien controlados, pero con estrés oxidativo y/o baja capacidad antioxidante, que es causa de inesperados brotes o recidivas de la enfermedad.

Si los valores d-ROM están aumentados y/o los PAT están reducidos, deben administrarse un conjunto de micronutrientes junto a las medidas para el control de alimentación, ejercicio, tóxicos y estado psíquico, hasta que dichos valores se normalicen.

 

 

Factores causales de la enfermedad crónica

La evolución de la mayoría de personas con enfermedades crónicas no es favorable 

Van en aumento en todas las edades los diagnósticos de enfermedad persistente de difícil curación (o crónica): metabólica (diabetes, del tiroides…), cardiaca, vascular, respiratoria, del tubo digestivo, hepática, renal, reumática, cutánea, ocular, neurológica, psíquica (ansiedad, depresión…), infecciosa, alérgica, degenerativa, autoinmune, oncológica (cáncer), rara…

A partir de estos diagnósticos se aplican tratamientos protocolizados para el control de la enfermedad que son farmacológicos, quirúrgicos o de otro tipo con el fin de:

  • controlar los síntomas: dolor, disnea, ansiedad, depresión…,
  • controlar los parámetros básicos: presión, frecuencia y ritmo cardiacos, glucosa, colesterol, oxígeno…,
  • eliminar microorganismos “malos” y/o células “malas”,
  • eliminar o substituir tejidos afectados.
  • controlar las descompensaciones y complicaciones de la enfermedad.

De esta forma se consiguen diagnósticos muy precisos y tratamientos muy eficaces para estos fines, gracias a una medicina convencional con grandes avances técnicos, impensables hace pocos años.

Sin embargo, los resultados a medio y largo plazo no son satisfactorios para las personas afectadas debido a que:

  • la evolución de la enfermedad a menudo no es favorable,
  • la calidad de vida no mejora,
  • los tratamientos suelen ser agresivos para el organismo,
  • los fármacos son difíciles de reducir y
  • aparecen nuevas patologías que también se tratan de forma agresiva, convirtiendo a la persona en un polimedicado.

En ocasiones la enfermedad parece que mejora o, incluso, se considera que ha “curado”, pero aparecen recidivas del proceso o nuevos procesos que se diagnostican y tratan de la misma forma. 

¿Por qué se manifiestan y persisten las enfermedades?

La enfermedad se manifiesta en una persona por dos motivos:

  • porque tiene una predisposición genética a dicha enfermedad
  • porque se han “puesto en marcha” los genes responsables debido a insuficiencias-desequilibrios de micronutrientes básicos, exceso de moléculas proinflamatorias-tóxicas,  por factores externos causales, descontrolándose la inflamación en el organismo

La enfermedad persiste en la persona y no remite ni evoluciona favorablemente porque los factores causales permanecen, “manteniendo en marcha” los genes responsables y la inflamación descontrolada.

¿Que es la predisposición genética?

Todos tenemos genes que nos predisponen más o menos a padecer patologías específicas de las llamadas crónicas. Además, muchas personas tienen en mayor o menos grado las siguientes predisposiciones:

  • predisposición genética al exceso de inflamación y oxidación en su organismo. Es decir, se produce fácilmente inflamación en su cuerpo, a menudo de bajo grado y dando pocos síntomas.
  • predisposición genética a una dificultad para eliminar los tóxicos, que ingieren, inhalan o contactan. Es decir, su capacidad de detoxificarse de contaminantes, aditivos, radiaciones, del entorno en general es baja.
  • falta de protección genética para preservar las capacidades cognitivas y para evitar las enfermedades crónicas.

Lo que les facilita la “puesta en marcha” de los genes que les predisponen a padecer enfermedades específicas en determinados órganos: corazón, pulmón, hígado, tubo digestivo, articulaciones, piel, cerebro, ojos…
El conjunto de todos estos genes relacionados con el proceso patológico, son los genes responsables.

¿Qué son los factores causales?

Los genes responsables se “ponen en marcha” y se “mantienen en marcha” por insuficiencias micronutricionales y exceso de moléculas proinflamatorias y tóxicas, debido a unos factores externos causales, influyendo en su expresión, inhibiéndolos y activándolos, y siendo decisivos en la evolución de la enfermedad.

Estos factores externos causales están relacionados especialmente con la alimentación, los tóxicos, las radiaciones, la actividad física, el sueño y el estado psíquico.

Algunas de las causas más frecuentes e influyentes son:

– El desequilibrio de los micronutrientes básicos, por alteraciones de las ingestas o de sus enzimas metabólicas, o aumento de las necesidades, como por ejemplo:

  • insuficientes vitaminas B activas, D y K2,
  • exceso del ácido graso omega 6 AA,
  • insuficiente ácido graso omega 6 DGLA,
  • insuficientes ácidos grasos omega 3 ALA, EPA y/o DHA,
  • exceso del ácido graso saturado palmítico,
  • insuficientes aminoácidos básicos,
  • exceso del aminoácido ácido glutámico,

– La falta de enzimas digestivas, por falta de enzimas en los alimentos e insuficiente producción de enzimas digestivas y metabólicas por el hígado y el páncreas…

– El exceso de alimentos proinflamatorios como, por ejemplo:

  • alimentos con azúcares refinados,
  • lácteos y alimentos con leche,
  • alimentos con trigo…

– El exceso de tóxicos como:

  • tabaco, alcohol, drogas, fármacos…,
  • moléculas tóxicas producidas en el procesado y almacenado de los alimentos, incluidos los ácidos grasos trans,
  • moléculas tóxicas producidas en la preparación y especialmente en la cocción de los alimentos,
  • contaminantes y aditivos en los alimentos,
  • tóxicos en los productos del cuidado personal,
  • fármacos, y contaminantes producidos en los procesos de fabricación, como el MDMA. También algunos de los excipientes que utilizan.
  • contaminantes ambientales,
  • mercurio de las amalgamas dentales…
  • tóxicos laborales: limpieza, peluquería, construcción, electricista, pintor, carpintería, zapatero, textil, joyería… y muchos trabajos y aficiones en que se manejan o respiran sustancias tóxicas.

– El exceso de radiaciones como las de: antenas de telefonía móvil, móviles, wi-fi, teléfonos inalámbricos…

– La actividad física inadecuada como: falta de ejercicio, ejercicio inadecuado, exceso de ejercicio…

– El sueño no reparador debido a: dormir pocas horas, mala calidad del sueño, horario cambiado…

– Los factores estresantes pasados o actuales que alteran el estado psíquico, como las emociones negativas no resueltas: ansiedad, angustia, ira, resentimiento, miedo, tristeza, preocupación, culpabilidad…

Los factores causales son los auténticos responsables del inicio y la persistencia del descontrol inflamatorio y de la enfermedad, así como de sus descompensaciones y recidivas.

A menudo, estos procesos podrían remitir (curarse) si averiguáramos y corrigiéramos las causas.

Los factores causales no se tienen en cuenta al diagnosticar y tratar enfermedades.

Hoy en día, cuando se diagnostica una persona de un proceso crónico, incluso en los mejores centros de salud, no se estudian ni corrigen las alteraciones micronutricionales, los excesos de moléculas tóxicas ni los factores externos causales mencionados, excepto el tabaco, el alcohol y las drogas. Esto contribuye enormemente al incremento de la incidencia y evolución desfavorable de las patologías crónicas.

Las personas afectadas por algun proceso patológico persistente no pueden mejorar, ni mucho menos curarse, si persisten sus factores causales y un exceso de inflamación.

Así, por ejemplo, las personas con una enfermedad crónica o un cáncer no pueden curarse, por más y mejores fármacos y terapias que se le apliquen, si persiste un exceso de inflamación mantenida por: insuficiencia de vitaminas B, D y K2, un gran desequilibrio entre ácidos grasos omega 6 y omega 3 (ratio AA/EPA alto), un mercurio elevado y unas emociones negativas.

Para poder mejorar y lograr revertir una enfermedad persistente es necesario, en primer lugar, averiguar su estado micronutricional y tóxico y sus factores externos causales, mediante un historial clínico dirigido y los estudios adecuados.

Una vez diagnosticadas dichas alteraciones, deben corregirse cada uno de ellas… y el descontrol inflamatorio y la enfermedad,  junto con sus síntomas,  empezarán realmente a mejorar, permitiendo reducir fármacos y terapias agresivas.

Muchas enfermedades etiquetadas como crónicas o incurables simplemente lo son porque sus causas persisten en la persona, no permitiendo que puedan remitir.

El Método Dr. Cardona está estudiado minuciosamente para que su acción incida sobre el estado micronutricional y proinflamatorio, y sobre los principales factores externos causales de las enfermedades, ayudando a controlar la inflamación, mediante la alimentación básica, los complementos básicos y los consejos complementarios y de los artículos del Blog.

© 2017 Dr. F. Cardona


Alimentación Terapéutica (AT). Una ayuda en procesos crónicos

¿Qué es la Alimentación Terapéutica (AT)?

La Alimentación Terapéutica (AT) es un tipo de alimentación diseñada para ayudar a las personas con procesos crónicos a reducir el exceso de inflamación en su organismo y a mejorar la capacidad de detoxificación, reparación y regeneración de los tejidos y órganos dañados.


La Alimentación Terapéutica es una herramienta fundamental para conseguir mejorar la calidad de vida y evolución de las personas con procesos crónicos.


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Descubra la Clasificación Funcional de los Alimentos (CFA)

¿Cómo influyen los alimentos en nuestra salud?

La alimentación de una persona tiene un papel primordial en la manifestación y evolución de los procesos patológicos que padece: obesidad, hipertensión, dislipemia, hiperglucemia, hiperuricemia, diabetes, síndrome metabólico… y enfermedades cardiacas, respiratorias, digestivas, hepáticas, renales, reumáticas, neurológicas, oculares, psíquicas, endocrinas, vasculares, cutáneas, alérgicas, infeccionas, degenerativas, autoinmunes, oncológicas (cáncer)…

Los alimentos pueden ser desencadenantes de enfermedad, pero también son una pieza clave para mejorar su evolución y conseguir su remisión.

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Sueño reparador terapéutico

La importancia del sueño reparador en la enfermedad crónica

La influencia del sueño y de la falta de descanso físico y mental en el desarrollo y la evolución de la gran mayoría de enfermedades es cada vez más evidente, en los estudios y en la experiencia clínica.

Un sueño reparador es necesario para evitar y mejorar las enfermedades.  Es imprescindible para reducir la tensión mental o estrés y para un buen estado psíquico.

Un sueño reparador regular ayuda a evitar y mejorar:

  • las alteraciones del estado de ánimo como la depresión, la ansiedad, la irritabilidad, los cambos de humor y otros trastornos psíquicos.
  • el deterioro de las capacidades cognitivas, incluida la memoria.
  • los incrementos de la hormona ghrelina,“hormona del apetito”, relacionada con el comer más y el exceso de grasa abdominal. Resulta más fácil bajar el exceso de peso cuando se duerme bien.
  • las alteraciones de las principales hormonas del cuerpo: insulina, leptina, tiroideas, cortisol…
  • las alteraciones de la microbiota intestinal (flora intestinal).
  • el exceso de inflamación y las patologías crónicas como: hipertensión, enfermedades cardiovasculares, diabetes, enfermedades neurológicas, cáncer…

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Ejercicio aeróbico terapéutico

El ejercicio aeróbico en las personas con procesos crónicos

Ejercicio físico aeróbico es la actividad física moderada que se practica durante un tiempo prolongado requiriendo un mayor aporte de oxígeno a los músculos, como: andar rápido, correr, bicicleta, nadar, bailar, aeróbic… y diversos deportes.
El ejercicio aeróbico es básico para mejorar el estado psíquico, incluida la ansiedad y depresión, así como, las capacidades cognitivas, incluida la memoria.

Beneficios de practicar ejercicio aeróbico:

  • mejora la oxigenación celular
  • modula el sistema inmune
  • reduce el exceso de inflamación
  • es básico para la reparación y regeneración de los tejidos dañados

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Refuerzo muscular terapéutico

Reforzar los músculos en las personas con procesos crónicos

Las actividades físicas que consiguen los mayores beneficios en toda persona con procesos crónicos son moverse frecuentemente y el refuerzo muscular. Estas son las actividades físicas imprescindibles para cualquier persona, especialmente cuando le resulta difícil practicar deporte por diferentes motivos.

Es imprescindible reforzar los músculos del cuerpo para mejorar la secreción hormonal, la expresión de los genes y la calidad de vida.

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Ejercicio y enfermedad crónica

La influencia del ejercicio físico en el desarrollo y la evolución de la gran mayoría de enfermedades es cada vez más evidente, en los estudios y en la experiencia clínica.

Como ya he comentado en otras ocasiones, el origen o causa del desarrollo de las enfermedades persistentes de difícil curación reside principalmente en:

  • la insuficiencia y el desequilibrio de micronutrientes básicos en las células y el exceso de tóxicos.
  • la falta de oxígeno en las células.
  • la inflamación de bajo grado, sistémica (por todo el cuerpo) y silenciosa (da pocos síntomas),
  • la insuficiente energía celular producida por las mitocondrias (orgánulos o “motores” de las células).
  • la alteración del sistema inmune.
  • la capacidad insuficiente del organismo para reparar y regenerar los tejidos y órganos dañados.

La falta de ejercicio empeora la evolución de las personas con procesos crónicos por incrementar la tendencia a que se produzcan en el organismo muchas de estas mismas alteraciones causales de enfermedad: mala oxigenación celular, inflamación crónica, reducción de la energía celular, alteración del sistema inmune y menor capacidad de reparación de los tejidos.

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Radiaciones y enfermedad crónica

¿A qué nos referimos cuando hablamos de radiaciones?

Las radiaciones son los campos electromagnéticos, ondas o partículas, que pueden ser emitidas por aparatos de todo tipo y también desde el subsuelo. Hoy en día, estamos rodeados por las radiaciones, igual que ocurre con los tóxicos, pero con la diferencia de que esta exposición no es nunca visible y no tiene sabor ni olor. Y, sin embargo, tienen un efecto acumulativo en nuestro cuerpo.

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Cómo evitar y eliminar los tóxicos

Por qué necesitamos eliminar los tóxicos.

Estamos rodeados por los tóxicos. o sustancias químicas que nos pueden dañar al entrar en contacto con nosotros en las cantidades que encontramos habitualmente en nuestro entorno. Se consideran sustancias tóxicas las que pueden acumular toxinas en el cuerpo y dañar por sí solas, pero también aquellas que pueden dañar al unirse a otras con las que contactamos normalmente.

Las consecuencias de esta toxicidad constante son graves, aunque no se le dé mucha importancia. Los tóxicos son estimulantes de la oxidación e inflamación, y una de las principales causas del descontrol oxidativo e inflamatorio asociado a los trastornos y enfermedades crónicas comunes y muchas epidémicas, como diabetes, coronariopatía, demencia, enfermedad autoinmune, cáncer,.., de la población occidental.

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