Extracto del artículo

Los micronutrientes son moléculas que forman parte del metabolismo celular y tienen un papel imprescindible para mantener todas las estructuras del cuerpo. Los micronutrientes han sido estudiados científicamente y sus acciones biológicas y dosis adecuadas son bien conocidas.

La mayor acción curativa en toda enfermedad de larga evolución se consigue mediante la acción conjunta de micronutrientes y alimentos, junto a la reducción de moléculas tóxicas-proinflamatorias. Se trata de aportar a la persona las moléculas de su propio organismo que le faltan y de eliminar las ajenas que le dañan. Si se logra, es cuando la persona puede curarse.

Los fármacos son moléculas extrañas al organismo con un efecto farmacológico producido interactuando (uniéndose) con receptores o macromoléculas (proteínas diana) específicos de determinados tejidos, que también se localizan en otros tejidos y no solo tienen la función que deseamos activar o inhibir, ocasionando los efectos indeseables.

Los fármacos no pueden restituir ni regenerar estructuras y funciones dañadas, es el propio organismo el que repara y regenera si conserva la capacidad para hacerlo. Cuando un proceso patológico se trata solo con fármacos, estamos presuponiendo que el organismo dispone de los niveles adecuados de metabolitos micronutricionales básicos y específicos, y de enzimas que intervienen en sus rutas metabólicas para esta regeneración. Desafortunadamente no es el caso en la gran mayoría de personas que padecen una patología y se están tratando con fármacos.

Los fármacos sirven para mejorar síntomas y parámetros alterados que es preciso corregir con prontitud. Al mismo tiempo debería aplicarse medicina micronutricional que va a permitir reducir dichos fármacos lentamente en lo posible. En el caso de pacientes con síntomas y parámetros alterados que no precisen una acción farmacológica rápida, deberían tratarse con micronutrición, reservando los fármacos para el caso de no producirse una respuesta satisfactoria. Deberíamos empezar a considerar los tratamientos farmacológicos como tratamiento complementario de la terapia micronutricional.

En todo paciente con patologías de larga evolución el primer paso del médico debería ser estabilizar sus signos “vitales” descompensados mediante fármacos, al tiempo que se aportan los micronutrientes y la alimentación básicos. En una segunda fase: solicitar las pruebas adecuadas, valorando la respuesta obtenida y la necesidad de micronutrientes y alimentación específicos. A continuación, intentar reducir los fármacos.

Para cada persona con un tipo de enfermedad hay que buscar un camino, todos somos diferentes, aunque el diagnóstico sea el mismo. Pero sí tenemos algo igual: la necesidad de disponer del mismo conjunto de micronutrientes básicos y de reducir moléculas proinflamatorias-tóxicas, aunque los micronutrientes específicos serán distintos en cada paciente.

El método Dr. Cardona asegura el aporte del conjunto de micronutrientes básicos y una notable reducción de moléculas proinflamatorias-tóxicas.

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Los micronutrientes utilizados en medicina micronutricional tienen una acción complementaria de la alimentación adecuada a la persona, porque proporcionan los micronutrientes en las formas, dosis y conjuntos que no es posible aportar mediante los alimentos.

Los micronutrientes son moléculas que forman parte del metabolismo celular y tiene un papel imprescindible para mantener todas las estructuras del cuerpo. Los micronutrientes han sido estudiados científicamente y sus acciones biológicas y dosis adecuadas son bien conocidas. En clínica, los conjuntos micronutricionales se administran con el fin de corregir las insuficiencias y los desequilibrios de micronutrientes interrelacionados con la patología del paciente. De esta manera consiguen:

  • Reducir el exceso de oxidación e inflamación en los tejidos afectados.
  • Mejorar el sistema inmunitario.
  • Reducir la toxicidad y los efectos secundarios de los fármacos y tratamientos aplicados.
  • Aumentar la acción terapéutica de los tratamientos aplicados, permitiendo reducir fármacos y otras terapias agresivas.

La mayor acción curativa en toda enfermedad de larga evolución se consigue mediante la acción conjunta de micronutrientes y alimentos, junto a la reducción de moléculas tóxicas, proinflamatorias y cancerígenas. Los micronutrientes y alimentos, no solo influyen decisivamente en la evolución de las enfermedades, sino que también pueden mejorar el estado de ánimo de la persona y el modo de ver la situación.

Se trata de aportar a la persona las moléculas de su propio organismo que le faltan y de eliminar las ajenas que le dañan. Si se logra, es cuando la persona puede curarse, debido a que sus capacidades energéticas y de reparación-regeneración ya pueden ser eficientes. Las demás terapias convencionales y no convencionales tienen su papel y utilidad, pero sumando la aportación de micronutrientes y eliminación de tóxicos es cuando es posible curar.

Los fármacos son moléculas extrañas al organismo con un efecto farmacológico producido interactuando (uniéndose) con receptores o macromoléculas (proteínas diana) de la membrana, el citoplasma o el núcleo, modificando el flujo de iones (K, NA, CL, Ca…), la actividad enzimática o la producción y/o estructura de proteínas específicas. Estas interacciones fármaco- receptor o fármaco-enzima son reversibles, cesando la acción sobre la célula cuando se retira. Además, dicho fármaco no actúa sobre una única macromolécula, o dicha macromolécula no solo tiene la función que deseamos activar o inhibir. También se localizará en otros tejidos, actuará en otros receptores y alterará otras funciones; ocasionando los efectos indeseables, más o menos tolerables para la persona. Debemos recordar que los fármacos pueden afectar los niveles en tejidos de micronutrientes básicos, principalmente de vitaminas activas, minerales y factores vitamínicos, dificultando así la reparación y regeneración de dichos tejidos.

Los fármacos no pueden restituir ni regenerar estructuras y funciones dañadas, es el propio organismo el que repara y regenera si conserva la capacidad para hacerlo. Cuando se administra un fármaco es para conseguir un determinado efecto en el cuerpo: dilatar bronquios, reducir la presión arterial, la secreción gástrica, la glucemia, el dolor, la inflamación local aguda…, o eliminar células muy proliferativas…; presuponiendo que el cuerpo podrá repararse lo suficiente para mantener la vida y una buena calidad de vida. La medicina necesita de los fármacos para atenuar síntomas y evitar y controlar la descompensación del paciente, pero debería preservarse su capacidad de autocuración.

Podemos considerar al cuerpo como una fábrica de proteínas, con una maquinaria y una materia prima, combustible y energía. Cuando algunas proteínas no se fabrican en la cantidad adecuada o son defectuosas, podemos hacer dos cosas: llamar al técnico mecánico para que revise la maquinaria, o que un experto en control de calidad revise si la materia prima, combustible y energía son los adecuados y no contienen sustancias perjudiciales. Lo más sensato es optar por esta segunda opción, y una vez que la fábrica tiene las óptimas materia prima, combustible y energía, si las proteínas fabricadas siguen sin ser las correctas, avisar al técnico para que revise la maquinaria y arregle o substituya las piezas estropeadas. La fábrica es el cuerpo humano, la maquinaria son las células, tejidos y órganos, la materia prima, combustible y energía son los micronutrientes y macronutrientes, y las proteínas defectuosas son las causantes de los síntomas, trastornos y enfermedades. El técnico es el médico convencional que utiliza fármacos y cirugía, y el experto en control de calidad es el experto en micronutrición o “micronutriólogo”.

Cuando se producen síntomas o una enfermedad, siempre implica una mala fabricación de determinadas proteínas, que son insuficientes, excesivas o están alteradas. En la gran mayoría de casos es debido a unos metabolitos nutricionales iniciales, intermedios o finales de determinadas rutas metabólicas insuficientes en tejidos para la producción de la energía celular y las estructuras celulares adecuadas. Esto es debido a una ingesta insuficiente, o bien, a inhibición o sobreactivación de enzimas metabólicas de dichas rutas por polimorfismos genéticos, moléculas tóxicas, estrés, factores emocionales….

Por tanto, ante cualquier patología de larga evolución es imprescindible asegurar:

  • el aporte del conjunto de los micronutrientes más básicos para la función celular, comunes a toda persona y a todo proceso patológico,
  • el aporte de los micronutrientes específicos que se intuya su insuficiencia en la persona, sean básicos o no,
  • la reducción de tóxicos ajenos (por ingesta, inhalación, contacto) y de radiaciones, así como,
  • el control del estrés y las emociones negativas.

No es posible curar a una persona con un proceso patológico físico o psíquico con tendencia a cronificarse sin cumplir estas reglas, cuyo fin es intentar conseguir que el organismo disponga de las condiciones y herramientas necesarias para poder controlar el exceso de oxidación e inflamación que padece, restituir su capacidad energética y poder reparar y regenerar sus células y tejidos dañados. Nos sorprenderemos de lo que es capaz de hacer el cuerpo humano con solo disponer de estos elementos imprescindibles y no sufrir agresiones.

Cuando un proceso patológico se trata solo con fármacos, estamos presuponiendo que el cuerpo dispone de los metabolitos micronutricionales básicos, de los metabolitos micronutricionales específicos necesarios y de las enzimas que intervienen en sus rutas metabólicas. Desafortunadamente no ocurre así en la gran mayoría (por no decir todos) de pacientes con procesos físicos y psíquicos considerados crónicos o incurables. En realidad, dichas alteraciones micronutricionales están totalmente implicadas en la manifestación y persistencia de la patología. Y los fármacos conducen a incrementarlas o a causar otras nuevas, aunque su efecto en el cuerpo consiga controlar síntomas y parámetros que es necesario manejar a corto o largo plazo.

El diagnóstico médico convencional en si nos dice muy poco de la persona y su estado micronutricional y tóxico. Para cada persona con un tipo de enfermedad hay que buscar un camino, todos somos diferentes, aunque el diagnóstico sea el mismo. Pero si tenemos algo igual: la necesidad de disponer del mismo conjunto de micronutrientes básicos y de reducir moléculas proinflamatorias-tóxicas, aunque los micronutrientes específicos serán distintos en cada paciente.

Los fármacos sirven para mejorar síntomas y parámetros alterados que es preciso corregir con prontitud. Al mismo tiempo debería aplicarse medicina micronutricional que va a permitir reducir dichos fármacos lentamente en lo posible. En el caso de pacientes con síntomas y parámetros alterados que no precisen una acción farmacológica rápida, deberían tratarse con micronutrición, reservando los fármacos para el caso de no producirse una respuesta satisfactoria. Deberíamos empezar a considerar los tratamientos farmacológicos como tratamiento complementario de la terapia micronutricional.

Como primer paso, el “micronutriólogo” debe aportar al paciente con trastornos o patologías el conjunto micronutricional básico junto con la alimentación básica, observar la respuesta y valorar la necesidad de añadir micronutrientes específicos. El paciente es visitado en consulta o ingresado, se realiza una primera valoración, y se administra la micronutrición básica, junto a la alimentación básica, con mayor o menor dosis en función de la gravedad y del número de patologías y fármacos, con el fin de asegurar un aporte esencial de nutrientes y la reducción de moléculas tóxicas. Se solicitan los análisis y las pruebas convenientes y en las siguientes visitas se valoran la respuesta obtenida y la micronutrición específica y alimentación específica a añadir. A menudo, en la primera visita ya se detecta la necesidad de administrar algún micronutriente específico insuficiente para mejorar más rápidamente el estado del paciente.

El método Dr. Cardona asegura el aporte del conjunto de micronutrientes básicos y una notable reducción de moléculas proinflamatorias-tóxicas.